viernes, 17 de junio de 2011

La Cenicienta?

He vuelto a Guadalajara. Ya apetecía, porque el Marathón sólo es una vez al año y porque esta vez era como si, de nuevo, fuese la primera.

De nuevo he contado un cuento prestado. Esta vez, de Roald Dahl.

Ya me diréis qué tal suena. A mí, desde luego, me encantó contarlo.

domingo, 12 de junio de 2011

Se levantó a media mañana

Se levantó a media mañana, cuando hacía horas que tendría que haber estado en la oficina.


Ese día no llamó para dar una excusa, ni envió un correo más o menos exculpatorio desde el ordenador de casa. No miró siquiera el despertador, sino que salió a la calle con otro aire, a otro ritmo.

En su camino, se cruzó con la vecina que siempre le había odiado y, tras vacilar un segundo, pasó de largo sin saludar… y se sintió bien.

Puso la casa en venta y dejó el móvil como contacto. Quedó con ella -la de toda la vida-, a la que hacía ni se sabe cuánto tiempo que no miraba bien del todo, y la dejó.

Compró ropa de colores raros para sentirse distinto aunque fuese por un día. Vendió el coche y, con el dinero, compró un billete en el primer tren.

Ese día, en el tren, nació con el deseo eternamente retrasado que por fin se cumple. Y murió también, al menos un poco, en el sueño de vida que sí se cumple y resulta ser el de otro.

El azar parecía jugar con el destino empeñándose en traspapelar los objetivos vitales de la gente, o acaso –pensó- nos empeñamos en vivir el deseo de otros como si fuera propio.

Y si así fuese, ¿A quién le habría estado robando el éxito para conseguir su propio fracaso?